1. (31) No soy víctima del mundo que veo.
2 ¿Cómo puedo ser la víctima de un mundo que podría quedar completamente des-hecho si así lo eligiese?
3 Mis
cadenas están sueltas. 4 Puedo desprenderme de ellas sólo con desearlo. 5 La puerta de la prisión está abierta.
6 Puedo marcharme en cualquier momento sólo con echar a andar. 7 Nada me retiene en este mundo. 8 Sólo mi
deseo de permanecer aquí me mantiene prisionero. 9 Quiero renunciar a mis desquiciados deseos y caminar por
fin hacia la luz.
2. (32) He inventado el mundo que veo.
2 Yo mismo erigí la prisión en la que creo encontrarme. 3 Basta con que reconozca esto y quedo libre. 4 Me he
engañado a mí mismo al creer que era posible aprisionar al Hijo de Dios. 5 He estado terriblemente equivocado
al creer esto y ya no quiero seguir creyéndolo más. 6 El Hijo de Dios no puede sino ser libre eternamente. 7 Es tal
como Dios lo creó y no lo que yo he querido hacer de él. 8 El Hijo de Dios se encuentra donde Dios quiere que
esté y no donde yo quise mantenerlo prisionero.
3. (33) Hay otra manera de ver el mundo.
2 Dado que el propósito del mundo no es el que yo le he asignado, tiene que haber otra manera de verlo. 3 Veo
todo al revés y mis pensamientos son lo opuesto a la verdad. 4 Veo el mundo como una prisión para el Hijo de
Dios. 5 Debe ser, pues, que el mundo es realmente un lugar donde él puede ser liberado. 6 Quiero contemplar el
mundo tal como es y verlo como un lugar donde el Hijo de Dios encuentra su libertad.
4. (34) Podría ver paz en lugar de esto.
2 Cuando vea el mundo como un lugar de libertad, me daré cuenta de que refleja las Leyes de Dios en lugar de
las reglas que yo inventé para que él obedeciera. 3 Comprenderé que es la paz, no la guerra, lo que mora en él.
4 Y percibiré asimismo que la paz mora también en los corazones de todos los que comparten este lugar
conmigo.
5. (35) Mi mente es parte de la de Dios. 2 Soy muy santo.
3 A medida que comparto la paz del mundo con mis hermanos empiezo a comprender que esa paz brota de lo
más profundo de mí mismo. 4 El mundo que contemplo ha quedado iluminado con la luz de mi perdón, y me la
devuelve reflejándola sobre mí. 5 En esta luz empiezo a ver lo que mis ilusiones acerca de mí mismo ocultaban.
6 Empiezo a comprender la santidad de todo ser vivo, incluyéndome a mí mismo, y su unidad conmigo.
COMENTARIO DE JESÚS CANALIZADO POR TINA SPALDING
Vosotros sois de hecho seres bendecidos. Yo soy aquel a quien conoces como Jesús. Estas palabras te hacen sentir maravilloso. Estás palabras te dan esperanza, no te destruyen. No hacen que el miedo bombee por tu mente y corazón. Te calman. Te llevan a un lugar de paz, evidencia de que la transformación de tu cuerpo físico se produce al entrenar tu mente.
Esto no es algo que se enseñe en tu sociedad. Se te enseña que entrenar el cuerpo es algo físico. No lo es. Es tu mente la que te permite dar un paseo, comer rosquillas o hacer algunos abdominales. Es tu mente, siempre la mente. Así que a medida que pasas por estas lecciones de repaso, es importante que realmente contemples esto como parte de esas lecciones; cualquier cosa y toda cosa que encuentres en tu mundo hoy está influenciado por tu mente. Por lo tanto, si no te gusta lo que ves—si no quieres más de lo que ves (porque juzgar no ayuda sino que lo fortalece) —entonces cambia tu mente.
Si miras las guerras, las peleas o las relaciones conflictivas y ya no quieres experimentarlas más, entra en tu mente y pregúntate: “¿Dónde estoy guerreando? ¿Dónde soy rebelde? ¿Dónde estoy en batalla?” Lo verás de inmediato. No es necesario ahondar en el pasado o hurgar en tu subconsciente. Tan pronto como preguntes: “¡Donde estoy peleando? ¿Dónde estoy guerreando? ¿Dónde soy agresivo?”, lo verás. Lo verás en cómo juzgas a tu hermano. Lo verás en cómo piensas acerca de un político. Lo verás en como odias tu cuerpo. Lo verás, querido, lo verás. No es difícil de encontrar.
Debes recordar que el mundo es el resultado de muchos pensamientos de miedo y cavilaciones sobre la infelicidad y el sufrimiento. No es ahí donde lo cambias. Es allí donde lo presencias. Es allí donde lo aceptas y dices: “Gracias por mostrarme lo que está oculto a mi consciencia. Lo veo ahí afuera. Veo la guerra. Veo el miedo financiero”. Este es uno de los más difíciles para muchos de vosotros: el miedo financiero. Piensas que es causado por un sistema externo a ti, pero está dentro de ti. Cuando abordas ese miedo haciendo estas lecciones, dependiendo de algo que no sea el dinero y conectándote con Todo Lo que Es (o Padre Dios o como quieras llamarlo), y eres guiado por eso, entonces no tienes miedo. Ya no estás más en el campo de batalla. Estás sobre el campo de batalla y observas: “Ah. Mira toda esa gente peleando. Ah, mira mi mente queriendo atacar”.
Tienes una nueva opción. Eso, queridos, es libertad, cuando realmente ves que no tienes que hacer lo que siempre has hecho. No tienes que pensar lo que siempre has pensado. No tienes que creer todo lo que te han enseñado a creer. Muchas de las cosas que te han enseñado a creer son incorrectas. Te hacen sentir miedo, preocuparte y te infligen cosas que no son buenas para ti.
Yo soy aquel que conoces como Jesús, y te agradecemos por unirte hoy en esta revisión. Te volveremos a ver mañana.