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UCDM Lección 254: Que se acalle en mí toda voz que no sea la de Dios

1. Padre, hoy quiero oír sólo Tu Voz. 2 Vengo a Ti en el más profundo de los silencios para oír Tu Voz y recibir Tu
Palabra. 3 No tengo otra oración que ésta: que me des la verdad. 4 Y la verdad no es sino Tu Voluntad, que
hoy quiero compartir Contigo.
2. Hoy no dejaremos que los pensamientos del ego dirijan nuestras palabras o acciones. 2 Cuando se presenten,
simplemente los observaremos con calma y luego los descartaremos. 3 No deseamos las consecuencias que nos
acarrearían. 4 Por lo tanto, decidimos no conservarlos. 5 Ahora se han acallado. 6 Y en esa quietud, santificada
por Su Amor, Dios se dirige a nosotros y nos habla de nuestra voluntad, pues hemos decidido recordarle.

COMENTARIO DE JESÚS CANALIZADO POR TINA SPALDING
Vosotros sois de hecho seres bendecidos. Yo soy aquel que conoces como Jesús. Los gritos estridentes del ego son una verdadera distracción. A medida que avanzas más y más en estas lecciones, sentirás la diferencia entre el sistema de guía y la voz fuerte y enfadada del ego.
El ego es impaciente. Habla primero, habla en voz alta. Pero a medida que enfocas tu mente, mientras practicas tu perdón y dejas de fantasear con el odio, dejas de alimentar esa energía del ego-mente, y alientas y alimentas la energía del amor y el perdón, las voces cambian y se transforman. La voz del ego se vuelve menos estridente, menos obvia, y hay otra voz que se vuelve más clara: la gentil, amorosa y orientadora voz del amor. Amor es Dios. Dios es Amor, por eso la voz del amor es la voz de Dios.
Cuando pides escuchar sólo esa voz, estás enviando un mensaje poderoso. Estás eligiendo usar tu libre albedrio para amortiguar la voz del ego, y la voz del ego es la que se ha alimentado en tu sociedad. Es la voz que se ha cultivado, es a la que se le ha prestado atención. Pero ahora que has llegado a la lección 254 has pasado muchos, pero muchos, días dando amor y atención al Espíritu, dando a tu guía interior amor y atención. Ahora estás listo para dedicar tu mente a esa voz interior de Dios.
Yo soy aquel que conoces como Jesús, y te volveré a hablar mañana.

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