1. Que contemple hoy al Hijo de Dios y sea testigo de su gloria. 2 Y que no trate de empañar la santa luz que mora
en él y de ver su fuerza menoscabada y reducida a la fragilidad; que no perciba en él deficiencia alguna con la
que atacar su soberanía.
2. Él es Tu Hijo, Padre mío. 2 Y hoy quiero contemplar su ternura en lugar de mis ilusiones. 3 Él es lo que yo soy,
y tal como lo vea a él, así me veré a mí mismo. 4 Hoy quiero ver verdaderamente para que en este mismo día
pueda por fin identificarme con él.
COMENTARIO DE JESÚS CANALIZADO POR TINA SPALDING
Vosotros sois de hecho seres bendecidos. Yo soy aquel que conoces como Jesús. Hay una gran verdad que te queremos revelar hoy: tal como ves el mundo y a tus hermanos y hermanas, así te ves tú mismo.
Si ves a tus semejantes como indignos de confianza, frágiles, enfermos o moribundos, tendrás que regirte por las mismas reglas que les impones. Así que este es un principio muy, muy importante que queremos que entiendas. Tú pierdes cuando atacas. Pierdes cuando juzgas. Pierdes cuando condenas a alguien, porque ahora debes vivir de acuerdo con esas reglas. Si has etiquetado a gente como pecadores y capaces de cometer un crimen que Dios castigaría, entonces te verás a ti mismo de esa manera también, y creerás que Dios también puede castigarte.
Si crees en las enfermedades que corren desenfrenadas por tu sociedad, y los ves como verdaderos, como cosas que están triunfando, entonces esa es la regla por la que tú también tendrás que vivir. Cuando ves a tus hermanos y hermanas como seres espirituales eternos, que sólo ocasionalmente cometen errores de juicio, entonces tú también te verás así, y sabrás que un error puede corregirse. Un error es perdonable. Un pecado es imperdonable. Se considera algo que Dios no habría permitido que sucediera y como un ataque a Dios. Es irreversible. Por supuesto, nada es irreversible porque la mayoría de los juegos que estás jugando aquí son ilusorios. La mayoría de los pensamientos que tienes son ilusorios. Vives en un mundo habitado por tus propios demonios, miedos y proyecciones.
Debes saber que cada vez que ofrezcas un pensamiento amoroso a un hermano o hermana en este planeta, lo recibirás tú mismo. Dar es recibir, recibir es dar. Son uno y lo mismo. El interior y el exterior son iguales. Lo que sea que estés haciendo dentro de tu mente a los demás, lo experimentarás.
Yo soy aquel que conoces como Jesús, y te volveremos a hablar mañana.