1. Hoy volvemos a dar gracias de que nuestra Identidad se encuentre en Dios. 2 Nuestro hogar está a salvo, nuestra
protección garantizada en todo lo que hacemos, y tenemos a nuestra disposición el poder y la fuerza para llevar
a cabo todo cuanto emprendamos. 3 No podemos fracasar en nada. 4 Todo lo que tocamos adquiere un brillante
resplandor que bendice y sana. 5 En unión con Dios y con el universo seguimos adelante llenos de regocijo,
teniendo presente el pensamiento de que Dios Mismo va con nosotros a todas partes.
2. ¡Cuán santas son nuestras mentes! 2 Todo cuanto vemos refleja la santidad de la mente que es una con Dios y
consigo misma. 3
¡Cuán fácilmente desaparecen los errores y la muerte da paso a la vida eterna! 4 Nuestras
luminosas huellas señalan el camino a la verdad, pues Dios es nuestro Compañero en nuestro breve recorrido
por el mundo. 5 Y aquellos que vienen para seguirnos reconocerán el camino porque la Luz que nos acompaña
se rezaga, si bien no se separa de nosotros según seguimos adelante.
3. Lo que recibimos es el eterno regalo que hemos de dar a aquellos que han de venir después, así como a los que
vinieron antes o a los que estuvieron con nosotros por algún tiempo. 2 Y Dios, que nos ama a todos con el amor
equitativo con el que fuimos creados, nos sonríe y nos ofrece la felicidad que dimos.
4. Hoy no pondremos en duda Su Amor por nosotros, ni cuestionaremos Su protección ni Su cuidado. 2 Ninguna
absurda ansiedad podrá venir a interponerse entre nuestra fe y nuestra conciencia de Su Presencia. 3 Hoy somos
uno con Él en reconocimiento y en recuerdo. 4 Lo sentimos en nuestros corazones. 5 Sus Pensamientos se
encuentran en nuestras mentes y nuestros ojos ven Su hermosura en todo cuanto contemplamos. 6 Hoy vemos
únicamente lo amoroso y lo que es digno de amor.
5. Lo vemos en lo que aparenta ser doloroso, y el dolor da paso a la paz. 2 Lo vemos en los que están desesperados;
en los tristes y en los compungidos; en los que creen estar solos y amedrentados, y a todos se les devuelve la
tranquilidad y la paz interior en la que fueron creados. 3 Y lo vemos igualmente en los moribundos y en los
muertos, restituyéndolos así a la vida. 4 Y podemos ver todo esto porque primero lo vimos en nosotros mismos.
6. A aquellos que saben que son uno con Dios jamás se les puede negar ningún milagro. 2 Ni uno solo de sus
pensamientos carece del poder de sanar toda forma de sufrimiento en cualquier persona, sea ésta de tiempos
pasados o aún por venir, y de hacerlo tan fácilmente como en las que ahora caminan a su lado. 3 Sus
pensamientos son intemporales y no tienen nada que ver ni con el tiempo ni con la distancia.
7. Nos unimos a esta conciencia al decir que somos uno con Dios. 2 Pues con estas palabras afirmamos también
que estamos sanos y salvos, y que podemos salvar y sanar. 3 Ahora queremos dar lo que hemos recibido. 4 Pues
queremos conservar los regalos que nuestro Padre nos dio. 5 Hoy deseamos tener la experiencia de que somos
uno con Él, de modo que el mundo pueda compartir con nosotros nuestro reconocimiento de la realidad. 6 Al
nosotros tener esta experiencia el mundo se libera. 7 Y al negar que estamos separados de nuestro Padre, el
mundo sana junto con nosotros.
8. ¡Que la paz sea contigo hoy! 2 Asegura tu paz practicando volverte consciente de que eres uno con tu Creador,
tal como Él es uno contigo. 3 En algún punto hoy, cuando te parezca más conveniente, dedica media hora al
pensamiento de que eres uno con Dios. 4 Ésta es la primera vez que intentamos llevar a cabo una sesión
prolongada para la cual no se establecen reglas ni se sugieren palabras especiales con las que dirigir la
meditación. 5 Hoy confiaremos en que la Voz de Dios nos hablará cuando lo crea oportuno, seguros de que no
habrá de fallar. 6 Permanece con Él durante esa media hora. 7 Él se encargará del resto.
9. El beneficio que ello te ha de aportar no será menor porque creas que no está pasando nada. 2 Quizá no estés
listo hoy para aceptar este beneficio. 3 Pero en algún punto y en algún lugar te llegará y lo reconocerás cuando
emerja con certeza en tu mente. 4 Esta media hora estará enmarcada en oro, y cada minuto será como un
diamante incrustado alrededor del espejo que este ejercicio te ofrece. 5 Y verás en él la faz de Cristo reflejando
la tuya.
10. Tal vez hoy, tal vez mañana, veas tu propia transfiguración en el espejo que esta santa media hora te presenta para que te mires en él. 2 Cuando estés listo, la encontrarás allí, en lo profundo de tu mente, en espera de ser
hallada. 3 Recordarás entonces el pensamiento al que dedicaste esta media hora, y lleno de agradecimiento te
darás cuenta de que nunca podrías haber hecho una mejor inversión del tiempo.
11. Tal vez hoy, tal vez mañana, mires en ese espejo y comprendas que la inmaculada luz que ves emana de ti; que
la hermosura que en él contemplas es la tuya propia. 2 Considera esta media hora como el regalo que le haces a
Dios, con la certeza de que lo que Él te dará a cambio será una sensación de amor que sobrepasa tu
entendimiento; una dicha tan profunda que excede tu comprensión y una visión tan santa que los ojos del
cuerpo no la pueden ver. 3 Sin embargo, puedes estar seguro de que algún día, tal vez hoy, tal vez mañana,
entenderás, comprenderás y verás.
12. Añade más gemas al marco dorado que enmarca al espejo que hoy se te ofrece repitiendo cada hora para tus
adentros:
2 Que no me olvide de que soy uno con Dios, en unión con todos mis hermanos y con mi Ser,
en eterna paz y santidad.
COMENTARIO DE JESÚS CANALIZADO POR TINA SPALDING
Vosotros sois de hecho seres bendecidos. Yo soy aquel que conoces como Jesús. ¿Y no es esto lo opuesto a la separación?
Esta es la oración. Esta es la declaración. Este mantra afirma que no estás solo. Nunca te has separado de aquel a quien llamas Dios. Siempre has sido amado. Siempre te han cuidado. Simplemente has estado viviendo en un mundo ilusorio en el que crees que estás solo.
Es por eso que estas declaraciones te traen paz, porque son verdaderas. Es por eso que recordando que eres uno con Dios, quita el miedo y el nerviosismo frenético de tu mundo. Cuando enfocas tu mente en la verdad— de que eres uno con Dios— verás todos estos engaños sucediendo en el mundo y dirás: “Estos son los patios de recreo del ego. Estos son los juguetes del ego. Yo realmente no estoy interesado en ellos”. Ahorrarás tanta energía al no creer en el patio de recreo del ego.
Ahora, muchos de ustedes se preocupan cuando comenzamos a hacer que se enfoquen intensamente en Dios, porque sienten como si fueran a perder el mundo. Sientes que vas a perder tu conexión con la gente, tu trabajo, tu casa, tu colección de figurillas, lo que sea que tengas miedo de perder; tu libertad tal vez. Esta es la pista de que éstos son tus ídolos y la razón de por qué viniste a la separación: para perseguir estas cosas. Cuando te pedimos que vuelvas a enfocar tu mente de regreso a casa en el amor— de vuelta a casa en la unidad con Dios como tu enfoque— comienzas a ponerte nervioso. Comienzas a tener miedo, y esa es tu pista. Esa es tu explicación de ayuda, por así decirlo, que viniste a este lugar porque lo querías. Muchos de ustedes hacen esta pregunta: “¿Por qué demonios pediría venir a este lugar? ¿Por qué demonios pediría venir a la separación?”
Sabes la respuesta cuando tienes estos sentimientos de que no quieres renunciar a algo, cuando no quieres amar, cuando no quieres perdonar. Estás viendo que valoras el mundo. Valoras el odio. Valoras tus juicios. Así es como constantemente elijes la separación día tras día, y esas elecciones refuerzan la separación en tu experiencia y te impiden regresar a tu verdadero hogar, que está en Dios, en el amor.
Esto no es para juzgarte. Esto es simplemente para que veas lo que está haciendo tu mente. El rostro de inocencia que te das a ti mismo dice: “Soy cariñoso. Soy amable. ¿Por qué iba a venir a un lugar como este?” Bueno, cuando se te pide que renuncies a este lugar, cuando se te pide que ames, y cuando se te pide que perdones y hagas estas lecciones, comienzas a ver otro aspecto de tu mente que está oculto para ti. El mundo nunca te pedirá que te vuelvas a Dios. El mundo nunca te pedirá que renuncies. Te llama: “Ven aquí. Ven aquí. Ven a mí. Te daré todo lo que quieras.” Así vagas por el mundo creyendo que el canto de sirenas suena para ti.
La mayoría de ustedes han vivido lo suficiente y han tenido suficiente cosas, relaciones; y han tenido suficiente dolor y sufrimiento para saber que te has descarriado. Estas palabras te llevan de vuelta a la simple verdad: estás en casa, en Dios. Eres uno con Dios. Eres uno con Dios. Dios está contigo. ¡Estás con tu Creador en todo momento!
Yo soy aquel que conoces como Jesús, te volveremos a hablar mañana.