1. Padre, Tu Hijo es santo. 2 Yo soy aquel a quien sonríes con un amor y una ternura tan entrañable, profunda y
serena que el universo Te devuelve la sonrisa y comparte Tu Santidad. 3 Cuán puros y santos somos y cuán a
salvo nos encontramos nosotros que moramos en Tu Sonrisa y en quienes has volcado todo Tu Amor; nosotros
que vivimos unidos a Ti, en completa hermandad y Paternidad, y en impecabilidad tan perfecta que el Señor
de la Impecabilidad nos concibe como Su Hijo: un universo de Pensamiento que Lo completa.
2. No ataquemos, pues, nuestra impecabilidad, ya que en ella se encuentra la Palabra de Dios para nosotros. 2 Y en
su benévolo reflejo nos salvamos.
COMENTARIO DE JESÚS CANALIZADO POR TINA SPALDING
Vosotros sois de hecho seres bendecidos. Yo soy aquel que conoces como Jesús. A veces este lenguaje te es difícil de entender. ¿Qué es tu impecabilidad? Bueno, tu impecabilidad (ausencia de pecado) es exactamente eso. Cuando mires hacia atrás en tu vida desde el otro lado del velo, verás que nunca se ejecutó nada. Verás que nada negativo pervive excepto en el campo de batalla.
Ahora, en el campo de batalla, el pecado se siente real. El asesinato se siente real. La violación se siente real. Los pensamientos suicidas se sienten reales. Pero una vez que te elevas por la práctica del perdón—una vez que te perdonas a ti mismo— te percibes sin pecado y comprendes que nunca has hecho nada malo. Aunque puedas mirar atrás y pensar: «Ah, esa cosa no fue buena,» no existe realmente ante los ojos de Dios.
Los ojos de Dios no ven tus pecados. Los ojos de Dios ven el amor que siempre está ahí, que estuvo ahí en tu creación y que siempre estará contigo. Así que cuando te ves a ti mismo con esa clase de amor, entonces el pasado desaparece y también tus pecados. Desaparecen por completo de tu mente y milagrosamente, también todos los pecados que crees que otros cometieron contra ti. Perdonas, y ellos desaparecen.
¿Qué más prueba necesitas para saber que todo esto está sucediendo en tu mente? Todo tiene lugar en tu mente. La culpa, la vergüenza, el sufrimiento— todo está en tu mente. Y tienes la capacidad de detenerlo a través de la práctica de perdonarte a ti mismo y permitiéndote ser el hermoso y sagrado ser que eres—libre, viviendo momento a momento en alegría, creando, extendiéndote y amando.
Yo soy aquel que conoces como Jesús, y te hablaremos mañana.