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LECTURA DE TEXTO Y COMENTARIO – CANALIZANDO A JESÚS

Hola a todos, Tina Spalding, canal de trance, aquí hoy para nuestra lectura de texto de Un Curso de Milagros. Hoy estamos leyendo Un Curso de Milagros Capítulo 11 Parte 6 Despertando a la redención.

Es imposible no creer en lo que ves, pero es igualmente imposible ver lo que no crees. La percepción se construye sobre la base de la experiencia, y la experiencia conduce a las creencias. La percepción no se estabiliza hasta que las creencias se cimientan.  De hecho, pues, lo que ves es lo que crees. Eso es lo que quise decir con: “Dichosos los que sin ver creyeron”, pues aquellos que creen en la resurrección la verán. La resurrección es el triunfo definitivo de Cristo sobre el ego, no atacándolo, sino transcendiéndolo. Pues Cristo ciertamente se eleva por encima del ego y de todas sus “obras”, y asciende hasta el Padre y Su Reino. ¿Qué prefieres, unirte a la resurrección o a la crucifixión?  ¿Condenar a tus hermanos o liberarlos?  ¿Te gustaría trascender tu prisión y ascender hasta el Padre?  Estas preguntas son todas la misma y se contestan al unísono.  Ha habido mucha confusión con respecto a lo que significa la percepción, debido a que la palabra se usa con el significado de “conciencia” y también con el de “interpretación de la conciencia”.  No obstante, no puedes ser consciente sin interpretar, pues lo que percibes es tu propia interpretación. Este curso es muy claro.  Si no lo ves así, es porque estás haciendo interpretaciones contra él y, por lo tanto, no crees lo que dice. Y puesto que lo que crees determina tu percepción, no percibes el significado del curso y, consecuentemente, no lo aceptas.  Con todo, diferentes experiencias conducen a diferentes creencias, y a través de éstas, a diferentes percepciones. Pues las percepciones se aprenden mediante creencias, y la experiencia ciertamente enseña. Te estoy conduciendo a una nueva clase de experiencia que cada vez estarás menos dispuesto a negar. Aprender de Cristo es fácil, pues percibir con Él no entraña ningún esfuerzo. Sus percepciones son tu conciencia natural, y lo único que te fatiga son las distorsiones que tú mismo introduces. Deja que sea el Cristo en ti Quien interprete por ti, y no trates de limitar lo que ves con creencias pueriles indignas del Hijo de Dios.  Pues hasta que Cristo no sea aceptado completamente, el Hijo de Dios se considerará a sí mismo huérfano. Yo soy tu resurrección y tu vida. Vives en mí porque vives en Dios. Y todos tus hermanos viven en ti, tal como tú vives en cada uno de ellos. ¿Cómo ibas a poder, entonces, percibir indignidad en un hermano sin percibirla en ti mismo? ¿Y cómo ibas a poder percibirla en ti mismo sin percibirla en Dios?  Cree en la resurrección porque ésta se ha consumado, y se ha consumado en ti. Esto es tan cierto ahora como lo será siempre, pues la resurrección es la Voluntad de Dios, Quien no sabe de tiempo ni de excepciones. Pero no hagas excepciones o, de lo contrario, no percibirás lo que se ha consumado para ti. Pues ascendemos hasta el Padre juntos, como fue en un principio, como es ahora y como será siempre, pues ésa es la naturaleza del Hijo de Dios tal como su Padre lo creó. No subestimes el poder de la devoción del Hijo de Dios ni el poder que el dios al que venera ejerce sobre él, pues el Hijo de Dios se postra ante el altar de su dios, tanto si es el dios que él inventó como si es el Dios que lo creó a él. Por eso es por lo que su esclavitud es tan total como su libertad, pues obedecerá únicamente al dios que acepte. El dios de la crucifixión exige que él crucifique, y sus devotos le obedecen.  Se crucifican a sí mismos en su nombre, creyendo que el poder del Hijo de Dios emana del sacrificio y del dolor.  El Dios de la resurrección no exige nada, pues no es Su Voluntad quitarte nada.  No exige obediencia, pues la obediencia implica sumisión.  Lo único que quiere es que te des cuenta de cuál es tu voluntad y que la hagas, no con un espíritu de sacrificio y sumisión, sino con la alegría de la libertad. La resurrección no puede sino atraerte irresistiblemente a que le ofrezcas tu lealtad con agrado porque es el símbolo de la dicha.  Su irresistible poder reside en el hecho de que representa lo que tú quieres ser. La libertad de abandonar todo aquello que te hiere, te humilla y te atemoriza no se te puede imponer, pero se te puede ofrecer a través de la Gracia de Dios. Y tú puedes aceptarla mediante Su Gracia, pues Dios es misericordioso con Su Hijo y lo acepta sin reservas como Suyo. ¿Quién es, entonces, tuyo? El Padre te ha dado todo lo que es Suyo, y Él Mismo es tuyo junto con todos tus hermanos. Protégelos en su resurrección, pues, de lo contrario, no podrás despertar en Dios, rodeado de la seguridad de lo que es tuyo para siempre. No hallarás paz hasta que hayas extraído los clavos de las manos del Hijo de Dios y sacado la última espina de su frente. El Amor de Dios rodea a Su Hijo, a quien el dios de la crucifixión condena. No enseñes que mi muerte fue en vano. Más bien, enseña que no morí, demostrando que vivo en ti. Pues poner fin a la crucifixión del Hijo de Dios es la tarea de la redención, en la cual todo el mundo desempeña un papel igualmente importante. Dios no juzga a Su inocente Hijo. Habiéndose dado a Sí Mismo a él, ¿cómo podría juzgarlo?  Te has crucificado a ti mismo y te has puesto una corona de espinas sobre la cabeza. Aun así, no puedes crucificar al Hijo de Dios, pues la Voluntad de Dios no puede morir. Su Hijo ha sido redimido de su propia crucifixión y tú no puedes condenar a muerte a quien Dios ha dado vida eterna. El sueño de la crucifixión aún descansa pesadamente sobre tus ojos, pero lo que ves en sueños no es la realidad. Mientras sigas percibiendo al Hijo de Dios como crucificado, significa que estás dormido. Y mientras creas que puedes crucificarle estarás simplemente teniendo pesadillas. Tú que estás comenzando a despertar, aún eres consciente de tus sueños y todavía no los has olvidado. Te olvidarás de ellos y cobrarás conciencia de Cristo cuando otros despierten para compartir contigo tu redención.  Despertarás a tu propia llamada, pues la Llamada a despertar se encuentra dentro de ti. Si vivo en ti, tú estás despierto. No obstante, tienes que ver las obras que llevo a cabo a través de ti o, de lo contrario, no percibirás que las he llevado a cabo en ti. No pongas límites a lo que crees que puedo hacer a través de ti o no aceptarás lo que puedo hacer por ti. Esto, no obstante, ya ha tenido lugar, y a menos que des todo lo que has recibido, no sabrás que tu redentor vive y que has despertado con él. La redención se reconoce únicamente compartiéndola. El Hijo de Dios está a salvo. Lleva únicamente esta conciencia a la Filiación, y tu papel en la redención será tan importante como el mío. Pues tu papel tiene que ser como el mío si lo aprendes de mí. Si crees que el tuyo es limitado, no haces sino limitar el mío. No hay grados de dificultad en los milagros porque todos los Hijos de Dios tienen el mismo valor, y su igualdad es su unicidad. Todo el Poder de Dios reside en cada parte de Él, y nada que contradiga Su Voluntad es grande o pequeño. Lo que no existe no tiene tamaño ni medida. Para Dios todo es posible. Y a Cristo le es dado ser como el Padre.

 

 Bien, eso es nuestro texto de lectura de hoy, Un Curso de Milagros, Capítulo 11, Parte 6, Despertando a la Redención.

Veamos qué dice Jesús sobre esta lección hoy.

 

 

JESÚS:

Vosotros sois, de hecho, seres bendecidos. Yo soy aquel a quien conoces como Jesús. Esta es una de las cosas más difíciles de lograr para los inexpertos. De hecho, a las personas sin entrenamiento les resulta casi imposible alcanzar esta idea del perdón, esta idea de ver la inocencia en otros seres. ¿Por qué? Porque el juicio es el alimento del ego. Y si no has despertado, si no has aclarado tu mente siguiendo las lecciones de Un Curso de Milagros, o quizás alguna otra práctica espiritual, entonces estás dominado por el ego y el ego te dirá: juzga, juzga.

La mayoría de ustedes habrán tenido la experiencia de intentar perdonar a alguien, y el ego se resiste, y los pensamientos en la mente surgen repetidamente, casi en respuesta a tu deseo de aclarar tu mente y liberarla de los juicios. Esto se debe a que el ego depende del juicio para existir. Es el alimento fundamental, la energía fundamental sobre la que se asienta toda la experiencia de separación. Ahora bien, toda la experiencia de separación se basa en que tú pareces vivir en un cuerpo individualizado, solos, sin contacto con Dios, sin amor ni posibilidad de ser amados. Esa es la experiencia de separación. Y, en mayor o menor medida, todos los que están en la Tierra tienen ese tipo de sentimiento de estar solos, de orar sin respuesta, y tener personas difíciles en sus vidas que los atacan, los juzgan, los descuidan o abusan de ellos. Esto sucede porque, al principio, cuando decidiste venir en separación, eras el hijo pródigo que se alejó de casa. Eras el hijo pródigo que se alejó de su padre. Tú fuiste quien dijo: «Voy a emprender una aventura y no me importa lo que digas, me voy solo y haré lo que quiera».

Ese es el significado de la historia del hijo pródigo. Y está en tu cansancio, está en tu desilusión. Recuerda, la desilusión es cuando te han destrozado tus ilusiones. Todavía crees en ellas, así que ahora estás desilusionado. Eso no es despertar, pero puede ser el primer paso para darte cuenta de que hay otra manera de ser. Y a menudo es en la desilusión que la gente dice que debe haber una manera mejor. Y en esa afirmación el Espíritu dice: «Sí, de hecho, hay una mejor manera, y ahora pareces estar dispuesto a aprender». Pero el deseo inicial de estar separado y solo, de emprender tu propia aventura, es a lo que te enfrentas, por así decirlo, mediante la práctica del perdón y al mirar a tus hermanos y hermanas con ojos indulgentes. Además, el ego te dirá que, si perdonas, pierdes, ellos ganan.

La verdad es que, si perdonas y su imagen, su idea y el crimen que cometieron dejan tu mente, ya no contaminan tus pensamientos, ya no te mantienen despierto a las dos de la mañana, eres tú quien gana. No a través de ningún poder sobre ellos, sino porque tienes paz mental. Y es tu paz mental el indicador de que estás haciendo bien tu trabajo del perdón y merecidamente. La paz es el mayor regalo que puedes darte. Así que, cuando alguien externo a ti, ya sea un político, un familiar, lo que sea, una persona que juzgas y odias, que vive en tu mente, y reaccionas negativamente, entiende que estás causando tu propio sufrimiento. Es tu juicio sobre ellos, tu culpabilización, lo que causa tu pérdida de paz. Ellos no hacen nada mas que ser ellos mismos, es tu pensamiento de que deberían ser diferentes lo que te causa tu sufrimiento. Son lo que son, y tú eres lo que eres. Eres un ser divino creado a imagen de lo divino, pero debes alinearte con el amor y el perdón para cosechar los frutos de esa creación. De lo contrario, te mantienes en frecuencias más bajas, dolorosas, pobres, enfermas, cargadas de muerte.

Así, al observar tu mundo hoy, con toda su egolatría, sus guerras, batallas, política, entiende que está diseñado para distraerte. Está diseñado para engañarte, porque estos son tus temas. Si no te interesara odiar la guerra, a los belicistas, a los políticos, al sistema financiero, a los gobiernos, sea lo que sea, serías neutral. No tendrías una reacción visceral ante ellos. Cuando tienes una reacción emocional visceral a algo hoy en día, generalmente en una pantalla, estás siendo manipulado. Estás permitiendo que tus emociones sean manipuladas por creer lo que estás viendo, juzgar contra lo que estás viendo y diciendo que debería ser lo contrario. Te diremos que todo es como debería ser. Aunque puedas ver una guerra en este planeta y decir que esto es algo terrible. Puedes decir eso desde un punto de vista humano, pero desde un punto de vista espiritual, insistimos en que te lo digas a ti mismo. “Pero no sé qué lo causó, no sé cómo terminarlo y no conozco la historia completa. Solo he escuchado historias a través de mi pantalla”.

La mayoría de los seres que transmiten a través de las pantallas tienen una agenda. Queremos que mires por tu ventana, desde tu casa y tu jardín. Queremos que digas, ¿hay algo que pueda hacer en mi vida para ser más amoroso y amable? Primero que nada, no voy a contar historias de odio sobre mi hermano y hermana en mi mente. Cada vez que surja una imagen de odio, la desterraré y le diré al Espíritu Santo: «Por favor, tú lleva esta relación porque quiero ser libre. Y quiero que ellos también lo sean». Porque si los odias, ellos tampoco lo serán, porque si los conoces, si hablas de ellos, los estás contaminando con tu odio, tu juicio y tu culpa.

Así que valora la paz hoy y comprende que se trata de no juzgar todo lo que ves, porque no sabes para qué sirve nada, ni qué lecciones se están aprendiendo, ni cuáles serán los resultados al final de esa cosecha.

Muchos seres tienen que pasar por momentos difíciles para aprender. Les llama la atención, en esta encarnación, al ser el final de una temporada espiritual, hay muchas tareas difíciles para que puedas aprender, y que se gradúen de esta clase. Yo soy aquel que conoces como Jesús. Y nos volveremos a hablar pronto.

 

 

 

¡Guau! Muy bien. Gracias por acompañarme hoy. Nos vemos pronto. Adiós .